En la actualidad estamos viendo que las ciudades del futuro tienden a definirse como Smart en su camino en la transformación hacia ofrecer mejores servicios y calidad de vida para los ciudadanos. El concepto de Smart City describe la habilidad para utilizar la capacidad de una ciudad para crear y adoptar soluciones que superen los retos de la comunidad y detectar oportunidades que ayuden a transformar las ciudades en entornos prósperos y agradables para la vida de los ciudadanos.
En la medida que el Place Branding es una herramienta estratégica que proporciona una hoja de ruta para la definición, gestión y comunicación de los principales activos que hacen atractivo a un territorio por encima de los demás, es momento para pensar en la gestión de las marcas de las ciudades, o territorios, bajo una perspectiva realmente Smart. Pero su desarrollo no es sencillo, los territorios dependen de los gobiernos como principales decisores y, con demasiada frecuencia, el concepto de marca queda relegado a factores de imagen. Un territorio es una experiencia inmersiva, y su reputación depende de sus atractivos naturales y culturales, de sus gobernantes y líderes, de sus negocios, de sus servicios y de sus visitantes, sobre las que debe articularse una adecuada estrategia.
La mayoría de definiciones del concepto Smart, y en particular de las Smart Cities, se focalizan en el papel de la tecnología y los datos para facilitar la conversión hacia este nivel superior. Muchas son ya las ciudades que han incorporado las llamadas soluciones inteligentes: regulación inteligente del alumbrado o semáforos, riego inteligente en función de factores de humedad, recogida selectiva de contenedores cuando están llenos…
Pero del mismo modo que la evolución general del mercado ha progresado hacia una visión customer centric, para ser realmente Smart el branding de territorios debe transformase hacia una visión centrada en los ciudadanos. Sin embargo, cuando pensamos en ciudades inteligentes a menudo se tiende a focalizar en lo que las nuevas tecnologías pueden aportar a la ciudad, dejando a los ciudadanos como meros usuarios o receptores. Una buena estrategia de Place Branding debe ser multistakeholder y multicanal. Por ello hoy es necesario pensar en la colaboración, que incorpora la visión y participación de los ciudadanos y otros agentes, facilita la cocreación y permite un enfoque que mejora enormemente los resultados, aumentando los índices de compromiso hacia la marca, en este caso hacia la marca del territorio.
Una Smart City debe reconocer la importancia de los ciudadanos del mismo modo que una Smart Brand debe situar al cliente en el centro de su estrategia. Integrar a los ciudadanos, así como al resto de agentes que participan de la vida de la ciudad, en las distintas iniciativas es un aspecto clave que genera reacciones en cadena que favorecen el surgimiento de una inteligencia colectiva, que finalmente conducirá a la ciudad a ser más Smart y, por lo tanto, más humana.
Las tecnologías permiten ya que las infraestructuras, la conectividad, la accesibilidad, la movilidad y la gestión de los recursos urbanos sean más eficientes que nunca. Pero queda todavía un largo camino en la construcción de canales de comunicación abiertos con los gestores de la marca (gobiernos e instituciones), donde la co-creación alcance un verdadero nivel proactivo. Bajo una óptica de City Branding, las ciudades no serán Smart si no son capaces de desarrollar sus estrategias de marca ciudad partiendo de las necesidades y demandas de los ciudadanos, de manera que formen parte activa de su estrategia.
Carlos Puig Falcó
CEO de Branward
Fotos: Shutterstock