Lo que no se cuenta, no existe. Son las cinco preguntas básicas de la información que se han transformado en herramientas elementales del mundo de la comunicación para cualquier sector de la sociedad española e internacional. Hay factores que a priori tienen el carácter suficiente para poder inclinar la atención del cliente, del consumidor hacia la marca deseada, pero no hay duda de la necesidad de una combinación estudiada, planificada y ejecutada con rigor, trabajo y talento para lograr el éxito. Hay algo que nunca suele fallar: la calidad. No podemos pensar que los viejos baremos de difusión de una marca son exclusivos en estos momentos, pero sí podemos confiar en la experiencia, el criterio contrastado y la búsqueda de la mayor calidad posible.
Las nuevas tecnologías y las redes sociales han creado una nueva forma de interacción con el consumidor que no se resigna a jugar un papel de sujeto pasivo que recibe los mensajes sólo por los medios de comunicación tradicionales; reclama un rol activo que le sitúa en un nivel de diálogo, de cercanía que establece una relación más directa. La nueva comunicación empresarial dispone de canales exclusivos para colocar sus mensajes con impactos directos que consiguen resultados rápidos y claros pero que exigen un esfuerzo de transparencia. Este es uno de los requisitos que tienen que asumir las empresas que aspiren a ganar terreno en el campo de la Reputación Corporativa y construir una buena imagen que resulte vital en la mejora de los resultados económicos.
La publicidad ha experimentado un cambio notable porque ya no es una garantía de difusión de una marca entre el público general, una buena campaña debe incorporar otros contenidos que permitan el diálogo con el consumidor que tiene en su mano la capacidad de manifestar sus opiniones, sensaciones, preferencias y decisiones a través de unas redes sociales que cada día van extendiendo su influencia y su capacidad de llegar a más gente. Una capacidad que no sólo se remite a un volumen más o menos grande, si no que tiene en sus nichos específicos un valor añadido que permite la elaboración y producción de estrategias concretas y diferenciadas para cada uno.
Hay que evitar a toda costa que la impresión generada sea de confusión y de ruido sin sentido. Uno de los factores que inciden en la consecución de una relación más productiva entre una empresa que trabaja para colocar su marca y un consumidor exigente por sus gustos y por la rebaja de recursos es la utilización de los empleados como un activo determinante de esa comunicación. Dentro de la necesidad de mayor transparencia, la participación en las estrategias de comunicación de aquellos que trabajan diariamente en el producto representa nuevas opciones de lograr una relación directa con el consumidor que recibe la información de todo el proceso de elaboración como garantía de calidad que ajusta al máximo la relación calidad-precio.
En este proceso de posicionar la marca en un alto nivel de aceptación social interviene también la información facilitada sobre los proveedores e, incluso, sobre los inversores que tienen relación con la marca.
Los medios de difusión tradicionales van transformando sus estructuras para adaptarse a las nuevas exigencias de comunicación y evitar su eclipse total ante las posibilidades que abre la nueva comunicación directa al consumidor a través de su teléfono móvil, su tableta, su red social y su círculo vital compuesto por la familia, amigos, trabajo y entretenimiento.
A lo largo de la historia se han dado casos muy significativos de éxito de ventas con el método conocido como el “boca oreja”, la transmisión de mensajes entre consumidores explicando su buena experiencia y recomendando su consumo.
Ahora, la capacidad de transmisión que tiene en su mano un consumidor se ha multiplicado exponencialmente en sus redes sociales en tiempo real y de manera directa. Para cualquier empresa que pretenda lograr el éxito de sus productos que le permita la consecución de objetivos y beneficios, resulta imprescindible una nueva estrategia de comunicación que supere la publicidad habitual y que plantee como elemento vital junto con unos contenidos acertados quién es el encargado de transmitir los mensajes para generar credibilidad, cómo se difunden y qué canales se utilizan para llegar a más gente pero, sobre todo, llegar a quien queremos llegar y cuándo se debe realizar esa comunicación para que la recepción sea la más favorable.
La calidad de un producto no basta, se necesita una buena estrategia de comunicación que logre una buena colocación de la marca según tus propios intereses. Lo tienes que comunicar para existir, y lo tienes que hacer tú para preservar tus intereses.
Juan Antonio Martínez
Brand Communication Strategist