El mundo cambia, la sociedad cambia y las empresas tienen que adaptarse para evolucionar en la medida que evoluciona su entorno. Una estrategia de transformación empresarial es un componente crítico de cualquier programa de modernización, e implica un enfoque sistemático que apoya tanto a la organización como a los individuos que la componen para planificar el cambio y luego aceptar, implementar y beneficiarse del mismo.

Su objetivo se centra en realizar cambios en los procesos, las personas o los sistemas (tecnología) para alinear mejor la empresa y su visión de negocio de acuerdo a la propia evolución del mercado.

Podría implicar cambios en toda la organización, como cuando es necesario integrar dos empresas que participan en una fusión o adquisición. O sencillamente implicar un cambio en una función específica, como podría ser adecuar el área de recursos humanos o las finanzas.

Vivimos tiempos muy interesantes, con múltiples factores que inciden en un mismo momento y desencadenan una necesidad imperiosa de transformación: la globalización, la desaceleración de las economías occidentales, los cambios en los motores económicos mundiales, la democratización de la tecnología, una mayor conciencia social, mayor demanda de transparencia y pérdida generalizada de la confianza a nivel público y privado.

Es momento de pensar en cómo estamos ofreciendo nuestra propuesta de valor, en cuándo fue la última vez que se revisó… Tal vez el resultado desemboque a la oportunidad de la implementación de un sólido programa de transformación empresarial que conduzca a un progreso genuino, a la búsqueda de la eficacia y a la oportunidad de competir con más éxito. Originalmente estos planes eran impulsados principalmente por motivos de producción y ahorro de costes, pero hoy la transformación se centra en las personas pensando cómo podemos lograr mayor compromiso de los empleados, mayor reputación, y mejor conexión con los clientes, que agilizarán el crecimiento futuro.

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3 FACTORES IMPRESCINDIBLES PARA UNA TRANSFORMACIÓN EMPRESARIAL

1.VISIÓN. Los cambios en los negocios deberían responder a cómo crean y capturan valor. En las empresas tradicionales crear valor significaba identificar las necesidades de los clientes y fabricar soluciones bien diseñadas. Hoy, en una Economía Conectada, el valor puede ser creado de muchas formas diferentes.

Es fundamental contar con una visión estratégica clara. Es necesario pensar más allá de la USP y llevarlo directamente a un modelo de negocio donde el valor se alcanza por vías que incluyen la co-creación.

Esto significa ser capaz de entender y anticipar, en lo posible, lo que las personas valoran y desean, así como proyectar la mejor manera de lograrlo. Habrá que considerar el alcance de los cambios y el rediseño de los procesos y estructuras internas.

Pero cuidado, la mayoría de las empresas aciertan en su visión, pero fallan en la ejecución que acaba siendo el principal motivo de fracaso

2. PERSONAS. Quien no entiende de personas no entiende de negocios. Se trata de humanizar la relación entre marca y persona a máxima escala y en todos los niveles de las empresas, tanto hacia fuera como hacia adentro. En el pasado, los empleados eran los embajadores de la marca. En la actualidad, los empleados son la marca y la marca es el negocio.

Por este motivo es fundamental involucrar a los empleados en el proceso de transformación, manteniendo una comunicación abierta con ellos y haciéndoles sentir partícipes en todo momento. La forma en que se trata y se comunica con los empleados dicta el éxito de la transformación.

Y por otro lado, es necesario pensar que los clientes necesitan soluciones, no productos o servicios específicos. La transformación del negocio necesita estar alineada con las necesidades de los clientes.

3.TECNOLOGÍA. La tecnología, en sí misma, está viviendo una revolución: Big Data, Realidad Virtual, Sistemas de Voz, Inteligencia Artificial, Avatares…. Pero conviene no olvidar que el objetivo final de la tecnología se encuentra en hacer más fácil la vida de las personas. Por tanto no queda más remedio que implementarla con una visión desde el exterior hacia el interior, donde la tecnología no es un fin sino un medio.

Amazon, Uber, Airbnb han cuestionado seriamente el status quo conocido conectando con las personas a partir de propósitos de marca que van más allá del producto/servicio y utilizando la tecnología como plataforma de desarrollo y conexión.

La digitalización ha traído consigo una adaptación de las personas a un mundo más ágil, cómodo y conectado. Dando lugar a un nuevo perfil de consumidor con capacidad de influir en el destino de la marca. Por otro lado, la tecnología permite a las empresas recibir información en tiempo real, analizar datos y seguir al cliente a lo largo de toda la cadena de valor para mantenerlo fiel y seguro, lo que a su vez facilita la toma de decisiones para el buen funcionamiento del negocio.

Concluyendo, el cambio es inevitable pero para alcanzar una transformación será necesario tomar conciencia puesto que no tiene un punto final.

 

Carlos Puig Falcó

CEO de Branward

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