
En un entorno cambiante y competitivo, en el que hay una saturación de oferta en todas las categorías, ya sea por el crecimiento de la oferta de grados universitarios, como por la aparición de nuevos actores en enseñanza superior; el sistema universitario debe velar por su sostenibilidad y apostar por estrategias de diferenciación, apoyándose en la marca como plataforma crecimiento y competitividad.
Para Carlos Puig hay dos elementos fundamentales para el éxito de una marca educativa:
– Conexión:
Asegurar qué identidad e imagen representan bien esencia y valores institucionales. Ser fiel a una historia no significa no preocuparse por adaptarla a una realidad que ha cambiado, incluso en la forma como se presenta. Asegurar de que tiene capacidad de conexión y consistencia en todos los puntos de contacto a lo largo de todos los canales donde interviene.
– Experiencias:
Conectar la oferta formativa con los servicios que ofrece el centro educativo, con todas les experiencias que viven los miembros de esta comunidad. Trasladar eficazmente la cultura de marca internamente, hacer que todo el equipo lo comprenda y lo comparta. Promover la experiencia de marca interna. No limitar la experiencia de marca a algo que se vive solo dentro del recinto escolar. Una identidad potente puede ser un elemento de engagement que trasciende al mismo entorno y facilita su difusión hacia el exterior.