Con la celebración de Madrid Fusión 2015, aún hay muchas personas que no saben a qué nos referimos cuando comemos un Clear Canape, un Mango Sphere o un Saffron Tagliatelle. Actualmente, el mundo gastronómico está sufriendo una rápida transformación donde platos, como por ejemplo, un típico guiso, empiezan a tener fecha de caducidad.

A mediados de los años 90, aparece en España un nuevo movimiento culinario, la cocina tecnoemocional (o molecular), donde se reflexiona a la hora de comer, desaparecen las fronteras entre el dulce y el salado y el objetivo principal es crear emoción en el comensal.

Esta nueva forma de gastronomía corre más riesgo en las elaboraciones de los platos y se utilizan los cinco sentidos además de la textura y temperatura de los alimentos. El consumidor se muestra activo durante la degustación disfrutando de las esencias, los humos, los colores y los “engaños” visuales. Perteneciente a la cultura del slow food, la cocina tecnoemocional requiere tiempo para su elaboración cuidando cada detalle de los alimentos.

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Experimentos de la cocina molecular han dado lugar a nuevos platos innovadores como las gelatinas calientes, los aires, el caviar de imitación, ravioles esféricos, helado de cangrejo y espiral de aceite de oliva. Platos que veinte años atrás hubieran sido inimaginables.

Y es que, hoy en día, con tanta saturación gastronómica, los establecimientos se tienen que diferenciar y vender una experiencia única al cliente. Mientras que antiguamente se valoraba la cocina tradicional de platos abundantes llenos de sabor y no se prestaba atención a la estética; actualmente se prioriza un plato “bonito”, el diálogo entre el chef y el comensal, la decoración y el minimalismo.

Una de las mejores técnicas que existen para posicionar a marcas de comida y de bebidas es el marketing experiencial, pues a través de los cinco sentidos las personas pueden vivir una experiencia de marca de una forma inigualable.

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El marketing experiencial, aquel que es capaz de levantar sentimientos y emociones en los consumidores, está más vivo que nunca pues el cliente disfruta de una vivencia irrepetible que, si es positiva, la recordará siempre. Un restaurante que lo definan como “normal” o que no tenga esencia, estará destinado a cerrar.

Conocidos restaurantes como El Bulli o por ejemplo el restaurante Dos Cielos de los hermanos Torres, Tickets de Albert y Ferràn Adrià, L’Eggs de Paco Pérez o Can Jubany de Nandu Jubany y Anna Orte no dejan indiferentes al comensal.

En definitiva, si una marca es capaz de innovar, crear una experiencia en la que el consumidor tenga que activar todos sus sentidos (como en la cocina tecnoemocional) y no sólo cumpla sino que supere sus expectativas, fidelizará.

 

Marina Moreno

Brand Consultant de Branward®

 

Fotos: «locuras en lienzo» de diverxo.com, shutterstock