El crecimiento empresarial depende de la aplicación de las estrategias adecuadas de la manera correcta. Sin embargo, a menudo este es el talón de Aquiles de muchas organizaciones. En momentos como el presente, los directivos deben lidiar con la toma de decisiones bajo un elevado grado de incertidumbre que dificulta enormemente la planificación de escenarios. Por si fuera poco, muchas organizaciones vacilan o incluso fracasan cuando se trata de dar el siguiente paso: la ejecución de las estrategias.
PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA Y DESIGN THINKING
Los directivos tienen la gran responsabilidad de minimizar el grado de expectativas frente a la realidad alcanzable. Para ello es fundamental integrar todos los procesos del negocio, los diferentes equipos y alinearlos con los objetivos de la visión de la organización. Ahora bien, lograr la coordinación de los distintos equipos resulta a menudo complicado. Alrededor del 90% de los empleados de una organización no tienen objetivos claros, no los entienden o ni siquiera saben cuáles son. Para mejorar esta situación existe la posibilidad de combinar metodologías tradicionales junto a una nueva visión, más participativa y centrada en las personas. Esto es fusionar los procesos de planificación estratégica con herramientas propias del Design Thinking.
La planificación de escenarios es un método con el que las organizaciones pueden formarse una idea de los posibles y distintos escenarios a futuro y cómo éstos pueden afectar a sus objetivos estratégicos.
El Design Thinking es un enfoque de innovación basado en los procesos por los que los diseñadores creativos piensan y trabajan. A medida que se ha afianzado, su funcionalidad se ha ampliado desde la innovación de productos y servicios hasta la mejora de los sistemas de gestión y los procesos de adopción de decisiones.
La asociación de ambas metodologías permite trasladar conceptos y datos fríos a formatos co-creativos y participativos, pensando que las personas necesitamos visualizar de alguna forma lo que nos cuentan para poder entenderlo e integrarlo de verdad en nuestro interior. Es un proceso de aprendizaje y descubrimiento participativo, que facilita una mayor comprensión del negocio, de los clientes, de la competencia, de las posibles oportunidades para alcanzar los objetivos, siempre centrados en el usuario y enfocados a impulsar el crecimiento mediante la innovación, entendida como una forma distinta de encontrar soluciones.
Para lograrlo es necesario partir de una comprensión holística del problema, incluyendo las necesidades del cliente, el entorno, los factores sociales, el mercado, las tendencias emergentes, etc. Se trata de encontrar distintos puntos de vista para ir más allá de los límites inmediatos del problema y asegurar que se está abordando la pregunta correcta.
Su filosofía parte de descomponer gradualmente un concepto central en varios subsistemas, con el objetivo de obtener una amplia radiografía de los elementos que componen un todo. Este pensamiento sistémico consigue exponer oportunidades y relaciones de forma muy visual, facilitando la comprensión de las interacciones entre todos los elementos.
Para facilitar la exploración de los territorios bajo una óptica de innovación, estos pueden ser generados en la búsqueda de nuevos enlaces dentro del sistema actual (por conexión), por la alteración de algún punto concreto (modificación), o por la ampliación y exposición a conceptos contrarios (oposición). Requiere trabajar combinando equipos interdisciplinares, incorporando la diversidad y aprovechando diferentes paradigmas y herramientas complementarias para analizar, sintetizar, generar conocimientos y nuevas ideas.
EL PROCESO SE ESTRUCTURA EN 4 ETAPAS
-
Empatizar y percibir
Partimos de escanear los factores de cambio externos. Se trata de ir más allá de entender al usuario final, considerando por completo el campo de fuerza externo que influirá en el cambio. Esto incluye la orientación tanto a señales débiles como fuertes, y también una clara atención a los marcos perceptivos y los posibles sesgos. La ventaja es que se podrán anticipar cambios de contexto sobre los que el usuario final probablemente no sea consciente, y que la observación o la empatía con ese usuario no necesariamente revelaría.
-
Analizar y definir.
Implica crear una comprensión real del presente y una visión crítica del futuro esperado. Esto supone clasificar y evaluar las fuerzas de cambio, reconocer las tendencias y considerar de qué manera y con qué intensidad pueden impulsar el futuro. También implica no limitarse a suponer la continuidad de las tendencias y prestar atención a los sistemas subyacentes que facilitan o bloquean el cambio. Con esto se llegará a una visión sofisticada del futuro a crear, facilitando que las soluciones diseñadas tengan mayores probabilidades de ser adoptadas con los clientes en el futuro.
-
Idear
El objetivo es investigar futuros alternativos estimables. Para ello se desarrollan los distintos escenarios investigando diferentes formas en que el contexto externo puede cambiar. Cada uno de ellos plantea las posibles formas en que el terreno contextual puede cambiar en el futuro partiendo de contextos más probables, hacia la comprensión de contextos alternativos.
-
Prototipar, probar y testar
Las alternativas serán prototipadas, es decir cobrarán forma, de manera que puedan ser fácilmente integradas, probadas y analizadas, pudiendo afinar posibles necesidades no contempladas de inicio. Su evaluación permitirá descartar aquellas ideas menos afortunadas y centrarse en las más efectivas.
Vivimos en un mundo de cambios acelerados, lo que requiere que las organizaciones mejoren su visión del entorno, sus tiempos de respuesta y su eficacia organizativa. Esta realidad aumenta la necesidad plantear procesos más transversales asegurando que todos los equipos en la organización puedan reconocer y entender la estrategia, lo que aumentará también la agilidad de la organización y la eficacia en la implantación de las tácticas.
Carlos Puig Falcó
CEO de Branward